¿Por qué esa mujer se arriesga, todos los días, a cruzar lentamente el tráfico de la ingobernable Avenida Gustavo Baz, apoyada, solamente, en un bastón de aluminio? ¿Por qué ella no usa alguno de los puentes peatonales, construidos por el gobierno de Tlalnepantla, para cambiar de la banqueta oriente a la banqueta poniente? La respuesta a estas preguntas es directa: “porque el dolor no me deja doblar las rodillas ni puedo subir escalones”
El dolor es una sensacion que todos los seres humanos hemos experimentado alguna vez, al igual que todo tipo de organismos vertebrados e invertebrados. Su función es informar al organismo sobre un peligro que le está saliendo desde el entorno o desde su interior, como una señal de alerta para generar una conducta protectora. Sin embargo, actualmente se sabe que cuando el dolor tiene una duración prolongada, es decir que es un dolor crónico, debe sufrir como una enfermedad que sebe ser tratada.
A sus 72 años de edad, Amada Chávez –a quien sus vecinos y amigos llaman Señora Mayo–, vive con dolor crónico en rodilla, columna vertebral y hombros. Los médicos le han dicho que ya no tiene cartílagos y ella supone, con melancolía, que esto es efecto de sus esfuerzos infantiles, ayudando a la siembra y cosecha de maíz, calabaza e higos en Parras, Coahuila, desde que era una chiquilla de ocho años; aunque también podría ser un resultado de más de cuarenta años de trabajo físico cuidando niños, haciendo labores de limpieza doméstica y en laboratorios veterinarios.
“Ahora no puedo trabajar. Vivo con la pensión del gobierno y algo más cuando mis hijos me pueden ayudar. Me siento inútil por no poder ganar para sostener, aunque sea para mí. Es triste, porque cuando uno se acostumbra a ganar su dinero, se queda acostumbrado. Pero no soy inútil, mi cerebro está bien”, dice evaluando su circunstancia y dándose ánimos para seguir en movimiento.
PROBLEMA MASIVO
En México el dolor que rebasa los tres meses de duración y se vuelve compañero permanente tiene un abanico amplio de causas, que incluyen lesiones no atendidas, desgaste articular ya daños en el sistema nervioso. Esa colección de causas desemboca en parálisis y pérdida de trabajo, ingresos y vida social porque los pacientes no reciben atención debido a prejuicios, temor y falta de educación sobre el uso correcto de medicamentos analgésicos fuertes; pero también porque administrativamente son pocas las unidades de cuidados paliativos en el sistema público de salud y son caros los servicios en el sector privado.
De este modo, la realidad de la señora Amada Chávez es la de millones de mexicanos mayores de 50 años que ni siquiera tienen acceso a servicios médicos institucionales.
“No tengo Seguro Social porque me faltaron dos años para pensionarme y el Seguro Popular nunca lo tuve. A veces, cuando siento mucho dolor voy a las Farmacias del Ahorro, pero no tan seguido. No tan fácil. Me dan Paracetamol, pero yo me pongo una crema de árnica para los dolores y me salgo a tomar los rayos del Sol”, dice la madre de familia y abuela, que vive sola pues más de la mitad de su familia ha migrado a Estados Unidos .
Aunque no hay cifras oficiales sobre la prevalencia del dolor crónico en México, en 2007 el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMyNSZ) calculó que la prevalencia del dolor crónico en mayores de 50 años, en este país es de 41.5 por ciento y que es más frecuente en mujeres que en hombres (48.3 por ciento vs. 33.6 por ciento). Además, detectó que la prevalencia aumenta entre los grupos de mayor edad y de menor escolaridad.
“El dolor se asoció directamente con el informe de artritis, enfermedad pulmonar, caídas, hipertensión, depresión, enfermedad vascular cerebral (EVC) e historia de cáncer, así como con deterioro en la funcionalidad… El dolor es un problema frecuente entre los adultos mayores mexicanos y se asocian con un gran número de patologías diversas”, señalaron en ese estudio los investigadores Abel Barragán Berlanga, Silvia Mejía Arango y Luis Miguel Gutiérrez Robledo, en la Revista de Salud Pública de México.
Y es justamente por el hecho de que el dolor suele manifestarse al mismo tiempo que otras enfermedades que no siempre se le atienden como prioridad, pues además sirve para informar el avance de las patologías asociadas.
En 2010, la revista científica Pain y la Revista Europea del Dolor calculan que al menos 45 por ciento de los pacientes que padecen dolor neuropático, que es aquel en el que hay destrucción de los nervios por envejecimiento, diabetes, cáncer o SIDA, están mal diagnosticados. Así lo explicó en una breve visita a México el neurólogo alemán Thomas Tölle, de la Universidad Tecnológica de Munich, que entonces era editor asociado de ambas revistas. En México se ha calculado que al menos 700 mil personas sufren dolor neuropático, que se puede describir como un daño en los nervios, esos pequeños cordones que transmiten todas las sensaciones hasta la médula y el cerebro.
Otro obstáculo para el tratamiento, que se suma al subdiagnóstico, es el costo. Por ejemplo, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) gasta entre 33 mil y 44 mil pesos anuales en medicamentos para cada paciente que es atendido por dolor crónico relacionado con diabetes avanzada, cáncer, SIDA y efectos posteriores de un brote de herpes, entre otras afecciones.
Las cifras forman parte de un estudio realizado conjuntamente por la organización civil Funsalud y por los laboratorios farmacéuticos Pfizer, y cuyos resultados fueron presentados en 2010, en la conferencia Fármaco-economía en América Latina.
“Pues ya sabemos que todo cuesta. Si no hay dinero, no puedes ir al doctor y si no hay trabajo no hay dinero”, apunta Chávez Venegas en su casa de una sola recámara y baño.
Su experiencia certifica que el dolor crónico no sólo tiene un componente fisiológico, sino que también incluye impactos afectivo-emocionales y socioeconómicos que generan mucha angustia.
SOLUCIONES INVESTIGADORAS
La algología o estudio del dolor, sus causas y su tratamiento, es una rama del conocimiento relativamente joven en México. Su crecimiento más vigoroso ha ocurrido en los últimos 30 años y sólo se cuenta con poco más de mil expertos en tratamiento del dolor, para una población de 120 millones de mexicanos.
En el libro “Dolor por especialidades”, editado por la Academia Nacional de Medicina de México y la Academia Mexicana de Cirugía, 37 médicos delinearon las causas más frecuentes del dolor en este país, los grupos afectados y los tratamientos más innovadores. Como ya se dijo, no existe un dato cien por ciento confiable sobre la epidemiología nacional del dolor crónico, pero en el volumen se expresa que hay un consenso general de que por lo menos el 17 por ciento de los mexicanos, de todas las edades, vive con algun tipo de dolor que lo aqueja dia y noche. Se duermen con el dolor y despiertan con ese dolor.
Instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) estudia con mucha atención los 30 tipos diferentes de canales TRP que informan al cuerpo sobre sabores, colores, cantidad de agua en los riñones, pero también sobre estímulos nocivos o dañinos, es decir: sobre dolor, como explicó a Crónica la doctora Tamara Luti Rosembaum, investigadora del Instituto de Fisiología Celular.
“Nosotros hemos tenido diferentes tipos de dolores: desde el dolor agudo e intenso que después se va; hasta el dolor inflamatorio que tiende a ser más duradero, y también hay otro tipo de dolor que dura más y es el dolor neuropático o crónico. Esa sensación que perdura es algo que se considera patológico. Para entender los diferentes tipos de dolor se han hecho experimentos (desde los años 90s) con diferentes tipos de chiles para identificar canales distintos TRPV1 responde a qué tipo de estímulo”, describió la universitaria.
A su vez, el doctor Francisco Julio Pellicer Graham, del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente expuso también investigaciones que tienen en marcha sobre los mecanismos del dolor crónico o neuropático. Después de describir que. como organismos, tenemos una serie de transductores que nos ponen en contacto con el medio externo o lo que no somos nosotros, y con el medio interno, o lo que sí somos, el doctor Pellicer habló sobre las investigaciones recientes que buscan responder si hay un solo núcleo o varios núcleos que perciben el dolor.
Estos temas y estos estudios interesan a Amada Chávez, quien siempre está pendiente de noticias de todo tipo y dice: “Como están las cosas ahorita, de difíciles para conseguir trabajo y dinero, yo sí quisiera que hubiera alguna inyección para quitar el dolor. No confío mucho en las operaciones porque he visto gente que ha quedado mal, pero sí se que tengo que hacer algo porque corro peligro de fracturarme o que me atropellen, y yo tiesa no me quiero quedar”, dice la habitante de Tlalnepantla, quien sonríe , a pesar del dolor.
En 2021 el Premio Nobel fue dedicado a los estudios del dolor
Los canales TRPV1 han recibido mucha atención desde fines de 2021 porque las investigaciones sobre ellos fueron reconocidas con el Premio Nobel de fisiología. En 1997 los investigadores David Julius y Ardem Patapoutian publicaron sus descubrimientos que documentaban cómo esos canales son necesarios para que funcionen los receptores de temperatura y tacto. Esos datos fueron base para otros estudios que describieron cómo se percibe el dolor. Con el tiempo se han propuesto terapias para controlar el dolor que buscan atenuarlo inhibiendo la actividad de los TRPV1.