Chilpancingo, Gro., El Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan inició la campaña La esperanza de familias jornaleras en los surcos de la explotación, una serie de “historias de los jornaleros de la región de La Montaña, que describió el trajín de sus pasos cotidianos, sus sueños, sus añoranzas, pero también el dolor, la humillación, los maltratos y la discriminación”.

Explicó que ante esta invisibilidad, “lanzamos una serie de textos, videos y fotos que condensan los maltratos, la explotación y el hambre, pero sobre todo, sus sueños, esperanzas, anhelos, el trabajo y sus gritos desesperados por un salario justo”.

En un comunicado, el organismo no gubernamental presidido por Abel Barrera Hernández dijo: “La Montaña de Guerrero ha estado en el abandono, sin que las autoridades brinden alternativas para el florecimiento humano.

“Las familias indígenas cargan con una historia de olvido, desprecio de las autoridades, explotación y saqueo en sus comunidades que continúan golpeándolas”, expuso.

“Han tratado de sobrevivir con la siembra de maíz y frijol, pero no es suficiente porque algunas ni siquiera tienen tierras y tampoco hay oportunidades de trabajo, por lo que padecen pobreza secular”, apuntó.

Tlachinollan refirió: “Han tenido que salir adelante con el trabajo que realizan en los campos agrícolas. En Guerrero la población periodística es de 40 mil personas. En la Montaña, año con año, entre septiembre y enero, migran poco más de 15 mil jornaleros a 21 estados. No obstante, consideramos que la cifra es más elevada.

“Los municipios con mayor número de familias que trabajan en el campo son Tlapa, Cochoapa el Grande, Metlatónoc, Alcozauca, Atlixtac, Xalpatláhuac, Atlamajalcingo del Monte, Copanatoyac, Tlalixtaquilla y Acatepec”.

Planteó que los relatos son para visibilizar los problemas y la cotidianidad de este sector de la población. “Se remontan a principios de 1970, cuando en La Montaña no había carreteras, centros de salud ni escuelas. Las comunidades estaban desoladas y los pobladores tenían que caminar largas horas para atenderse en el único hospital del IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social) que se encontraron en Tlapa”.

En la campaña se narra que la baja producción de maíz y frijol “generó una ola de migraciones, primero al municipio de Huamuxtitlán, para la siembra y cosecha del arroz, y después para el corte de tomate y zacate en Morelos. A mediados de la década de 1970 trabajaron en la recolección de algodón en los campos de Sonora”.

En 1980, núcleos familiares de Alcozauca, Tlapa y Xalpatláhuac, llegaron a Jalisco para la corte de jitomate. La migración se hizo evolucionar en la década de 1990, pues los indígenas se fueron a los cañaverales de Morelos y Veracruz. Las niñas indígenas también se vuelven jornaleras porque en sus comunidades son obligadas a casarse.

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