Esta historia no existiría si la empresa de cosméticos e higiene personal para la que trabajara no lo hubiera llevado al sudeste asiático. Allí comenzó, casi sin quererlo, el camino a la posteridad del todopoderoso empresario austríaco que murió el último sábado a los 78 años. Su nombre dice poco y nada en estas latitudes, pero todo cambia si se cuenta quién es más allá de la identidad de su pasaporte. Dietrich Mateschitz es uno de los fundadores de Red Bullla bebida energética que no solo “te da alas”, sino que se transformó en uno de los sinónimos del deporte mundial en los tiempos de globalización. Y que, por sobre todas las cosas, transformó a la Fórmula 1 con un aporte invalorable en las últimas décadas cuyo principal legado es Max Verstappen. Nada más ni nada menos.

Para conocer la historia a fondo hay que retroceder unas cuantas décadas. Nació el 20 de mayo de 1944 en la provincia de Styria, en el sur de Austria, entonces anexada por la Alemania nazi. Sus padres eran maestros de escuela, pero él se quedó de muy joven hacerse camino en el mundo de los negocios. En 1972 se doctoró en Marketing y poco tiempo después de gradualmente comenzó a trabajar en la división de detergentes de Unilever. De allí llegó a Blendax, una compañía alemana que acaba de ser comprada por Procter&Gamble. Del detergente pasó a los dentífricos y gracias a ellos cambió su vida. Es que en un viaje de negocios por Tailandia, allá por 1984, descubrió una bebida que se llamaba Krating Daeng. No sólo le pareció refrescante, sino que lo ayudó a combatir el jet lag que arrastraba de los largos periplosen avión.

¿Cómo se fabrica? La fórmula, no tan secreta como la de la Coca Cola, cuenta que tiene agua, azúcar, cafeína, taurina, inositol y vitaminas B, en diferentes proporciones. Fue lanzada en 1976 como refresco para los trabajadores rurales, pero rápidamente se agudizó y se popularizó a lo largo del país, sobre todo porque se convirtió en el auspiciante principal de las más grandes veladas de boxeo tailandés. El nombre Krating Daeng, en aquellas publicidades, aparecía acompañada por el logotipo de dos toros rojos que se enfrentaban. Cuernos contra cuernos. ¿Por qué? Simplemente porque Krating Daeng significa, en español, tororojo. Y si se traduce al inglés no queda otra que llamarlo… Sí, Toro rojo. Eureka.

El nombre, en definitiva, proviene de uno de sus ingredientes. Si leyeron con atención el párrafo anterior ya deben tener dado cuenta que se debe a la taurina, un aminoácido, que tiene propiedades antioxidantes y que se encuentra de forma natural en la carne de vaca, el pescado, los lácteos y la leche materna. Algunos estudios sugieren que su consumo podria mejorar el rendimiento deportivo y otros advirtieron que, combinado con cafeína, aunque sin excesos, se beneficiaría la rendimiento mental.

Red Bull, la marca de los deportes extremos.  Foto: Archivo


Red Bull, la marca de los deportes extremos. Foto: Archivo

De allí que la bebida funcionó esos efectos en el joven Mateschitz, que vio la luz, sacó medio millón de dólares de su cuenta bancaria y se asoció con tailandeses Chaleo Yoovidhya y Chalerm Yoovidhya para llevar la poción mágica a Austria. Eso sí, necesitó tres años para perfeccionar el sabor y adaptarlo al paladar occidental. Así, luego de mucho trabajo, abandonó la empresa en 1987. Treinta y cinco años después, Red Bull es la marca líder en bebidas energéticas. Tiene 13.000 empleados en 172 países y vende casi 10.000 millones de latas por año, con ingresos por 8.000 millones de dólares anuales. ¿Y qué tiene que ver la Fórmula 1? Ya llega lo mejor. O al menos lo que explica el título de esta nota.

Mateschitz, que casi no bebia alcohol y nunca fumo un cigarrillo, era un amante de los deportes extremos. Los admiraba y los practicaba. Y también los seleccionaron como el vehículo para que la bebida comenzara a expandir su popularidad. Primero conquistó Europa y pisó firme en los Estados Unidos, apoyada por campañas publicitarias diseñadas por el propio Mateschitz, y por medio de la firma de amplios acuerdos publicitarios. Así se transformó en una de las mayores fortunas de Austria -al punto que compró la paradisíaca isla Laucala, en Fiji-.

La marca incursionó primero en la música -es el patrocinador de la famosa Riña de Gallos de ritmos urbanos- y la aviación. Uno de sus emblemas fue el paracaidista austriaco Félix Baumgartner. El empresario inauguró además un emporio mediático -el canal televisivo Servus es un conocido promotor de ideologías provocadoras de derecha-, gastronómico y de bienes raíces. Y, al compás del creciente éxito de Red Bull, Mateschitz amplió significativamente sus inversiones en los deportes. Actualmente opera de clubes de fútbol, ​​hockey sobre hielo, además de contratos de sponsoreo con cientos de deportistas de diversas disciplinas. Sin embargo, la gran huella en los deportes masivos la dejó en la Fórmula 1donde se convirtió, con el correr del tiempo, en el gran protagonista del circo maximo.

Vettel dominó la F1 con Red Bull.  Foto: AP


Vettel dominó la F1 con Red Bull. Foto: AP

Mateschitz entró en la categoría reina del automovilismo de la mano de su compatriota Gerhard Berger, a quien empezó a acompañar en los últimos años de su carrera. Luego, en 1995, se asoció con Sauber, la escudería suiza, al comprar el 60 por ciento de su paquete accionario. Al mismo tiempo, comenzó a apoyar a pilotos jóvenes y se asoció con la escudería de Fórmula 3 que manejaba Helmut Markoquien con el correr del tiempo se transformaría en el principal asesor en sus inversiones en el deporte motor.

La relación con Peter Sauber se fue deshilachando y Mateschitz comenzó a apoyar a otros pilotos y otras escuderías, como flechas y Jaguar. Uno de sus proyectos preferidos fue su compatriota cristian klien, a quien financió para que se sentara en la butaca de un Jaguar. Y tanto se involucró que sobre el final de la temporada 2004 se convirtió en el socio mayoritario de la escudería inglesa, que estaba por entonces en manos de Vado.

Ya en 2005, rebautizó a Jaguar como Red Bull y contrató como jefe de equipo al inglés Christian Hornero, que estaba a cargo de una escudería de la F3000. Unos meses más tarde también comprado Minardi y le cambio el nombre a toro rosso -ahora alfa tauri-, usando el equipo italiano como semillero de su otra formación. Y un año después acabó de conformar la fórmula del éxito -o la fórmula del Red Bull- cuando sumó al también inglés adrian newey como diseñador. Un póker de ases: el cerebro comercial de Mateschitz y la sabiduría automovilística de Marko como reclutador, de Horner como estratega y de Newey como ingeniero.

Helmut Marko, Max Verstappen y Christian Horner.  Foto: Reuters


Helmut Marko, Max Verstappen y Christian Horner. Foto: Reuters

Poco a poco fueron ganando terreno en la Fórmula 1. Tras dejar los motores Cosworth, llegó a un acuerdo con Renault y comenzó a ganar protagonismo hasta llegar a ser los dominadores absolutos de la mano de Sebastián Vettel, uno de los pilotos por los que Mateschitz apostó desde muy joven. Fueron cuatro coronaciones consecutivas, pero todo tiene un final y todo terminó cuando los impulsores de la automotriz francesa aumentaron a perder contra Mercedes y Ferrari. Pasó a ser el tercero en discordia o el segundo cómodo. Y así fue cómo se rompió el vínculo con la empresa del rombo en 2018. Sin embargo, el destino había comenzado a cambiar en 2017 cuando incorporó a un jovencito llamado max verstappen. El resto es historia conocida. Se asoció con Honda y de la mano del talento de Mad Max Encontre la formula del exito otra vez. Acabó con la hegemonía de Mercedes y parece destinado a ser el gran dominador de los próximos años. Hasta juega de local en la categoría en el autódromo de Styria.

Por eso se entiende el dolor que hubo el pasado fin de semana en Austin, donde se celebró el Gran Premio de los Estados Unidos. Todos hablaron de él. Y de su legado. Stefano Domenicali, presidente y director ejecutivo de Fórmula 1, dijo que “era un emprendedor visionario increíble y un hombre que ayudó a transformar” el deporte.

Max Verstappen, el niño mimado de Red Bull.  Foto: AFP


Max Verstappen, el niño mimado de Red Bull. Foto: AFP

Horner, su empleado estrella, le rindió un homenaje antes de que sus pilotos Max Verstappen y Sergio Pérez abordaran sus bólidos para la clasificación en el Gran Premio de Estados Unidos”.Él es la razón por la que estamos aquí. Fue su pasión por la Fórmula Uno y su visión. Era realmente entusiasta, alentador y nos apoyaba en los buenos días y en los malos”, dijo Horner. Y después: “Me siento privilegiado por haberlo conocido. Y puedo decir por todo el equipo que, si bien estamos conmocionadosvamos a hacer exactamente lo que él hubiera querido, que es salir ahí con sus bólidos y hacer lo mejor que podamos, para asegurar este título de constructores”.

“Para nosotros ha sido un duro comienzo de la calificación y después no te importa el resultado, lo que ha sucedido hoy, por lo que ha significado para la Fórmula 1, el equipo y para mí… Sin él, no hubiera estado hoy aquí y no hubiera tenido el éxito que tuvo”, cerró Verstappen, quien explicó que “por suerte” pudo ver a Mateschitz “hace un par de semanas” y pasó “algo de tiempo juntos”.

Un imperio en el futbol

Un joven Erling Braut Haaland celebra un gol para el Red Bull Salzburg.  Foto: REUTERS/Leonhard Foeger


Un joven Erling Braut Haaland celebra un gol para el Red Bull Salzburg. Foto: REUTERS/Leonhard Foeger

Red Bull maneja equipos de fútbol en la primera división de Austria, Alemania, Brasil y Estados Unidos. Su desembarco fue cuando se convirtió en propietario del club austríaco Salzburgo en 2005 y le añadió Red Bull a su nombre. Repitió la operación en Alemania, donde se hizo el equipo de quinta división Markrantstädt en 2009, lo rebautizó como RasenBallsport Leipzig y financió su ascenso hasta llegar a la Bundesliga en 2016.

Las reglas del fútbol alemán impedían que la empresa llamara al equipo Red Bull Leipzig. Su nombre en alemán es RasenBallsport, que significa “deporte de balón a césped”. Pero el club se identifica a sí mismo como RB Leipzig.

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