“[…] cuando nos sentemos en una mesa de Diálogo recordemos que, en Panamá todo está escrito y validado. Solo nos falta el efectivo compromiso y liderazgo político que concreta el seguimiento y la ejecución de lo acordado […]”

Antes de entrar en la materia de esta glosa sobre salud, es obligatorio no olvidar los asuntos pendientes relacionados con la necesidad de erradicar el clientelismo político y alcanzar un sistema de administración de justicia transparente, independiente y eficiente, que aplique la justicia de forma igual para todos; acompañado de una tutela judicial efectiva y expedita que transmita confianza ciudadana en nuestro sistema. Esa confianza en el sistema de justicia está directamente relacionada con la recuperación de la economía, y con la disposición de la población a cumplir con las recomendaciones individuales, unirse a los esfuerzos organizados de participación social, o apoyar la gestión del sector salud para avanzar en los tres asuntos a los que me referiré a continuación.

Dicho lo anterior, me refiero a los que considero los tres grandes pendientes en materia de salud: la coordinación efectiva y sostenible entre el Ministerio de Salud y la Caja de Seguro Social, garantizando el acceso para todos a servicios de calidad y los medicamentos que necesitamos y, nuestro mayor reto: el rescate del Programa de Invalidez, Vejez y Muerte.

En ese sentido, recuerdo que hace dos años, en su informe a la nación, nuestro presidente subrayó que la salud era un tema de Estado y de Derechos Humanos. Aquella declaración del primer mandatario me motivó a manifestar en esta columna que me sentí optimista y esperanzado, porque constituía un mandato para las autoridades nacionales del sector salud y una oportunidad para la población para darle seguimiento organizado y sistemático al cumplimiento.

Antes de seguir en este breve análisis, es obligatorio subrayar que, por lo menos cuatro elementos de contexto dificultan el avance _ pero que no se tome como excusa _ de los procesos señalados arriba, veamos: la grave situación epidemiológica, ocasionada por la pandemia de COVID-19; las repercusiones en lo social y económico de esta situación; la carrera política que, aunque deberá comenzar el año próximo, no ha salido de la mente y el corazón del imaginario colectivo de todos los panameños, y; la incapacidad de los participantes en diversas Mesas de Diálogo para alcanzar acuerdos basados ​​en principios que nos lleven a proponer opciones para el beneficio de todos, en lugar de poner por delante las agendas e intereses de todo tipo.

En este contexto ofrezco de inmediato mi opinión sobre el avance de los procesos señalados al inicio.

Aunque contamos con gran cantidad de leyes, acuerdos y reglamentos _desde lo establecido en nuestra Constitución política, hasta el Decreto 290, que busca y ordena la coordinación efectiva en la CSS y el Minsa_ y con un presupuesto cercano a los 10 000 millones de balboas anuales , la esperada coordinación efectiva entre las dos instituciones no ha sido la deseada y persiste la reconocida segmentación y fragmentación del sistema que propicia la ineficiencia, inequidad y, en no pocas ocasiones, limitada calidad de las prestaciones que ofrece nuestra red de establecimientos de salud públicos .

Por otro lado, aunque reconozco el esfuerzo de la Mesa Técnica de Medicamentos, la cual ha producido una serie de recomendaciones con el objetivo de encontrar soluciones al problema de desabastecimiento en el sistema de salud y lograr mejores precios en las farmacias nacionales; aún no hemos sido capaces de alcanzar un consenso que resuelva el desabastecimiento intermitente de medicamentos en la CSS, y los elevados precios que tiene que pagar la población, al verse obligado a acudir a las farmacias privadas en busca de algún remedio para aliviar sus problemas de salud. Aquí también está todo escrito, y aprovecho para subrayar la necesidad de optimizar los procesos de compra de medicamentos, aprovechando las facilidades que ofrece el sistema de Naciones Unidas.

Finalmente, está el espinoso asunto del rescate del Programa de Invalidez, Vejez y Muerte de la CSS. Aunque se convocó un Diálogo Nacional, se tienen los estados financieros auditados por Contraloría y el Informe Técnico Actuarial de una OIT, tampoco hemos sido capaces de avanzar. El Diálogo está detenido, el déficit de caja se incrementa a diario, persiste la lucha por posiciones y agendas. Es la hora de retomar el diálogo, pero de forma incluyente, sin dejar a nadie por fuera, proponiendo sin agendas las estrategias que hagan falta para que nuestro sistema de seguridad social sea eficaz, equitativo y sostenible, basado, como reza el informe de la OIT, en un conjunto de derechos y obligaciones definidas.

Al final, solo me resta recomendar que, cuando nos sentemos en una mesa de Diálogo recordemos que, en Panamá todo está escrito y validado. Solo nos falta el efectivo compromiso y liderazgo político que concreta el seguimiento y la ejecución de lo acordado, a fin de avanzar y dejar claramente sentadas las bases que obliguen a las futuras autoridades a mantener el impulso. Ya no tenemos la excusa de la supuesta falta de información. ¡Qué no nos falte la voluntad!

Médico, exrepresentante de la Organización Mundial de la Salud (OMS)

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