El presente y futuro de los jóvenes a nivel económico es mucho más complejo que en décadas pasadas, ya que tienen que enfrentarse a situaciones adversas que han ido empeorando el panorama financiero al añadirse nuevos retos sociales y económicos, tanto locales como mundiales.

Esta realidad económica para la generación moderna está plasmada en una encuesta reciente de la Escuela de Políticas Públicas Harris de la Universidad de Chicago y el Centro de Investigación de Asuntos Públicos de Associated Press-NORC, que revela que más de la mitad de los estadounidenses piensa que es poco probable que los jóvenes de hoy tengan una vida mejor que la de sus padres. La mayoría de los encuestados dijo que establecieron una familia y ser propietario de una casa son metas importantes, pero más de la mitad indicaron que son más difíciles de lograr en comparación con la generación de sus padres.

En el caso de Puerto Rico, que fue golpeado por los estragos del huracán María, los terremotos, la pandemia de covid-19 y recientemente el huracán Fiona, el desafío para alcanzar metas económicas es constante, unido a la inflación y sucesos internacionales que impactan la calidad de vida de los ciudadanos.

“Esta generación ha enfrentado un mercado laboral difícil, continuas crisis económicas, por lo que estoy de acuerdo con la aseveración de la mencionada universidad. Para ellos es difícil insertarse en el mercado de los bienes raíces, comprar casa, por el alza de intereses, y sufragar costos como los de la educación”, destaca el economista Adrián Alós.

Los estudiantes, según la percepción del economista, salen de las universidades para enfrentarse con la realidad de no encontrar empleos con salarios aceptables, luego de concluir sus carreras universitarias. A esto tampoco se le añade el agravante de contar con los beneficios que tuvieron sus padres o abuelos, los que fueron importantes para vivir una vejez tranquila.

“Antes había los beneficios del retiro y ahora hay que ahorrar para adquirir un hogar y para el retiro a la misma vez. Esta generación también es la que vio a sus padres perder sus empleos y beneficios luego de décadas de trabajo, por lo que no quieren pasar por lo mismo”, explicó.

Alós se refirió a sucesos como la pérdida de empleos en la Isla al derogarse la sección 936 en agosto de 1996. Esta ley, aprobada en el 1976, buscaba reanimar la economía de Puerto Rico, permitiendo que subsidiarias de corporaciones estadounidenses se establecieran en la Isla y pudiesen repatriar sus ganancias a la casa matriz sin pagar impuestos federales.

“Esta generación no quiere tener el mismo trabajo toda la vida y retirarse saben lo que pasa si le va porque mal a la empresa. Han vivido crisis tras crisis. Antes había crisis económicas, pero no eran tan continuas como las de ahora”.

El obtener riqueza en los tiempos actuales es muy difícil, al igual que estudiar para convertirse en un profesional, lo que ha provocado que los jóvenes tengan necesidades distintas a las de generaciones pasadas, según expuso la economista Marta Quiñones.

“Esta generación no tiene una educación barata, ni salarios dignos ni estables. Tampoco un sistema de salud bueno, ni de cuidado para sus hijos, por eso hay menos natalidad. A diferencia del pasado, no hay sistema de retiro, y cada vez es más difícil obtener bienes y servicios o tomar dinero prestado. A esto se le añade la corrupción del País”, expresó Quiñones.

La crisis de Puerto Rico, según la economista, se extiende a diferentes sectores que trastocan la calidad de vida de los ciudadanos.

“La crisis de esta generación es económica, social, ambiental y sanitaria por la pandemia. Además, la corrupción es cada vez más rampante en el gobierno. Los jóvenes tienen que trabajar y no tienen ni tiempo de pensar en todo lo que está pasando”, dijo la economista.

Todos los problemas sociales recaen en la salud mental de la generación moderna que ha recurrido a conductas distintas a las de sus padres para relajar las tensiones, según la visión de Quiñones.

“También hay una crisis médica y no se proporciona ayuda psicológica. Eso es parte de la drogadicción y hasta del reggaetón. Con esa música liberan las crisis porque necesitan escaparse. Antes todo era más estable y las prioridades eran tener vivienda, alimentos y educación. Ahora es tener internet, viven la inmediatez por el cambio constante”, explicó.

Los problemas económicos que existen en la Isla se agravan con situaciones mundiales como la inflación, el aumento del combustible y la guerra entre Rusia y Ucrania, por lo que el crecimiento de la Isla, del que depende esta generación, se espera sea muy lento.

Esta realidad es visible en los pronósticos económicos del presidente de la Junta de Directores de Estudios Técnicos Inc., José Joaquín Villamil, que indican una pequeña contracción económica en el 2022 y que, en el mejor de los casos, la Isla experimentará cero crecimiento. Para el 2023, 2024 y 2025, se espera que la mejoría esté entre 1% y 1,2%, según los datos provistos por el economista.

Ayudas para un mejor futuro

A pesar del complicado cuadro económico que enfrenta Puerto Rico, para Alós hay esperanza de un mejor futuro si se aprovechan los fondos federales y otros factores históricos que son beneficiosos como las opciones de trabajo que se presentan por la falta de mano de obra, en la Isla y Estados Unidos y la posible eliminación del total o parte de la deuda estudiantil.

“Ahora hay una gran oferta de empleos en diversos sectores y aumentos de salarios tras la necesidad de la pandemia. Por cada persona desempleada hay dos empleos disponibles, y hay muchas ayudas para establecer un negocio propio con las ayudas federales y estatales”, concluyó Alós.

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