Fermín y Benjamín Ramírez, fueron internados en el seminario menor de Durango. Los domingos, después de misa, podrían convivir con su familia y regresar para la liturgia del rosario. En mayo, las niñas tuvieron flores a la virgen y en junio el turno era de los niños. Su madre debe ser menor, y en el funeral los coros del seminario acompañaron a la señora con sus angelicales salmos en el Panteón de Oriente.

Los hermanos aprendieron los secretos de los teclados. Además, Benjamín tiene una voz de barítono que lo colocaba al frente de los coros. No pocas de las señoronas de la catedral contrataban a los hermanos para armonizar sus fiestas, serenatas o responsos.

El padre rector envió un Fermín al Seminario Conciliar de México y de allí a la Ciudad Eterna a conocer los secretos del vaticano y cantar en una misa solemne el Ave María y alguna tonadilla a la Morena del Tepeyac. Pero lo suyo no era el claustro monacal. Se las ingeniosas cuando un paisano los lleva a California a cantar en una boda. Se quedan allá ya luego, se van a Las Vegas, donde se relacionan con otros paisanos, incluso incursionan en la Catedral del Ángel de la Guardaadrezados por el órgano monumental de la sede católica de Nevada.

Hace unos años, se celebró el 450 aniversario de la fundación de Durango. Con la fama que tiene Fermín de buen intérprete, fue invitado y ganó el concurso con un himno alusivo.

Los hermanos van por el mundo interpretando lo mejor de la música sacra y de la mexicana. Lo suyo es la armonía, que aprendieron en el claustro en los años de adolescentes. Sus vocaciones pensaron, se realizarían en el púlpito, pero la vida los reubicó como artífices e intérpretes de la música que les gusta a las mayorías, en inglés o español.

Fermín sigue en la música y Benjamín está ahora dedicado a bienes raíces, pero ambos siguen vinculados a su familia en el estado de Durango.

POR ANTONIO MEZA ESTRADA

COLABORADOR

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MAAZ

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