Las pensiones se enfrentan a un futuro muy incierto y 2022 está a punto de convertirse en el peor año para jubilarse en décadas. Además de las ‘sorpresas’ y novedades que incorporará la reforma en marcha, que ha entrado en la última fase de negociación y en la que se deberá pactar las medidas más controvertidas, la crisis económica derivada de la invasión de Ucrania, cuando se empezaba a salir de la generada por la pandemia del coronavirus, ha advertido aún más la presión. La inflacion, la volatilidad de los mercados y los bajos tipos de interés han mermado con los ahorros requeridos a las pensiones, en un contexto en el que seis de cada diez beneficiarios de estas prestaciones recibe 1.000 euros en 14 pagas.

La confianza sobre el cobro futuro de las pensiones ha caído en todo el mundo desarrollado, pero es España uno de los países que se encuentran en una situación más crítica según destaca el Índice Mundial de Pensiones (Global Retirement Index) 2022 de la gestora de fondos de inversión Gestores de inversiones de Natixis. El indicador saca, que este año cumple una década analiza numerosos factores y España sale bastante mal parada y solo buena nota en calidad de vida y salud. Si en 2012 nuestro país ocupaba el puesto 26, ahora se sitúa en el 38, después de descender seis escalones entre 2020 y 2021. Solo países como China, Grecia, Turquía, Colombia, Brasil e India tienen más factores en contra.

El Global Retirement Index incluye 18 subíndices de rendimiento, agrupados en cuatro grandes índices temáticos que cubren aspectos clave para el bienestar durante la jubilación: medios materiales para vivir holgadamente durante la jubilación; acceso a servicios financieros de calidad para poder conservar el valor de los ahorros y maximizar los ingresos; acceso a servicios sanitarios de calidady un entorno limpio y seguro donde vivir.

Según destaca el estudio, España ocupa el lugar 18 en ‘Salud’, un indicador que se convierte en el único subíndice en el que avanza nuestro país y en el que pesa el aumento de la esperanza de vida. Recibe una puntuación del 85% en esta edición, frente al 82% de 2021 y al 83% que registró hace una década. Mientras, en cuanto a ‘Calidad de vida’ -felicidad- también se sitúa en un ‘digno’ puesto 19, con una puntuación del 74% en 2022, pero que supone un ligero descenso con respecto a la obtenida en 2012. La peor noticia viene del ‘Bienestar material’, cuyo factor determinante es el indicador de empleo y los ingresos.

El envejecimiento y el déficit del sistema siguen presentes, pero estos riesgos se unen otros nuevos que ponen en peligro el bienestar de los pensionistas

En este caso, España ocupa el puesto 40, de 44, con una puntuación del 15% que era del 35% en 2021 y del 58% en 2012. En cuanto a la categoría de ‘Finanzas en la jubilación’, la puntuación el de 59% y nuestro país ocupa, tras continuos descensos, el puesto 22, en la mitad de la tabla. En este factor influye en asuntos como los préstamos morosos de los bancos, los tipos de interés, la dependencia de la tercera edad y el endeudamiento público. Cuando el GRI se publicó por primera vez hace ahora una década, los riesgos para la seguridad en la jubilación en el mundo tenían que ver con el envejecimiento de la población, la falta de ingresos para afrontar las pensiones y una incertidumbre económica generada por la crisis iniciada en 2008. Estos temores siguen presentes, pero a estos se han unido nuevos riesgos y peligros para la viabilidad de las pensiones y, sobre todo, el bienestar de los pensionistas.

Uno de los escenarios que han cambiado es que durante la última década la inflación ha sido excepcionalmente baja. Entre 2012 y 2020, la inflación de los 38 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) fue de un 1,76% de media. Sin embargo, con el inicio desde 2022 repunta a un porcentaje cercano al 10%. El aumento de los precios está acabando el ahorro de los pensionistas y para los que no contaban con dinero guardado, la prestación. Muchos han llegado tarde a la ahora de la planificación y el encarecimiento de combustible, alimentos y vivienda han reducido el poder adquisitivo de los jubilados.

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