La preocupación sobre los más persistentes exponentes del comunismo, perdura en el radar del Ejército como en los viejos tiempos de la Guerra Fría. Así al menos lo demuestra los documentos aparecidos tras el hackeo al Estado Mayor Conjunto por parte del grupo Guacamaya. Las inquietudes hoy, sin embargo, son distintas. De Cuba preocupa la participación de un consejero de su embajada en Chile, post estallido social, y de China desde su poderosa influencia en sectores productivos, hasta el choque cultural en materia de legislación laboral.

Aunque los tiempos de la denominada guerra fría, época que mantuvo al mundo dividido entre rusos y norteamericanos por más de cuatro décadas, terminaron tras la caída de la Unión Soviética, las obsesiones respecto a los últimos bastiones del comunismo en el mundo aún perduran.

Una prueba de esto es que en el Mega Hackeo al Estado Mayor Conjunto, EMCO, realizado por el grupo de hacktivistas Guacamaya, aparecen algunos informes geopolíticos que analizan la relación de Cuba y China con nuestro país. Pese a que el mundo ha cambiado, las sospechas sobre el comunismo internacional todavía generan inquietudes en las filas castrenses.

Sobre Cuba se analiza la influencia de un consejero de la embajada cubana en Chile, Warnel Lores Mora, y su eventual participación en episodios posteriores al 18 de octubre de 2019 como agente desestabilizador. Los dos informes de China recogen, en clave económica, una mirada a cómo el país oriental modificarse en la región, desplazando a Estados Unidos, y participando en importantes sectores productivos y empresas claves en el país.

Cuba: La desestabilización post estallido

El 17 de febrero de 2020 el sociólogo y analista de seguridad privada, Gonzalo Wielant, envió un correo electrónico a Florencia Canepa, empleada civil de EMCO y expositora en varios congresos chilenos sobre seguridad y defensa, con un archivo que contenía un informe sobre la situación deCuba.

El estudio, elaborado a partir de fuentes abiertas, parte con información sobre el número de cubanos que ingresaron al país hasta el 13 de diciembre de 2019 que, según estimaciones de la PDI, corresponderían a 1.105 personas. Explica, además, que para salir de la isla los cubanos lo hacen a través de redes de contrabando de personas. “Las autoridades chilenas detectaron 2.078 ingresos clandestinos de cubanos al país, hasta el 25 de mayo de 2018”, señala el documento con información de radio televisión Martí.

A continuación, el informe repara en la relación comercial entre ambos países, detallando las inversiones de Cuba en nuestro territorio proporcionado por Pro Chile en el año 2015. En el anexo se especifica que ron y cigarrillos, seguidos por vacunas, desinfectantes y whisky, entre otros, son los productos más apetecidos con más de 4 millones de dólares en transacciones.

Luego de los ingresos y el análisis de las relaciones comerciales, el informe entra de lleno al territorio político. En el acápite “Cubanos en perspectiva del conflicto desde octubre a la fecha”, o sea, posterior al estallido social, se analiza la alerta proporcionada por Enrique García, ex oficial de la Dirección General de Inteligencia (GDI) del Ministerio del Interior de Cuba , sobre la participación de Warnel Lores Mora como consejero de la embajada cubana en Santiago, a quien sindica como jefe de la inteligencia cubana en Chile en tiempos de Jorge Néstor Lamadrid.

La información precisa que Lores Mora participó en diversas actividades en el país con el Partido Comunista, en la sede del “Comité de Solidaridad con Cuba Fidel Castro Ruz” de Talca y en encuentros con chilenos de izquierda amigos de Cuba, asegurando que una de las políticas del país caribeño era enviar a la isla a jóvenes líderes sindicales e indígenas a cursos políticos de adoctrinamiento y actividades clandestinas.

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Agencia Uno

Según el análisis, Lores Moras dirigiría una red secreta de cubanos en Chile que trabaja para “influir políticamente en las posturas en favor de los intereses de Cuba”, encargándose además de “operaciones de desestabilización del gobierno chileno”. Estas apreciaciones resultaron de una entrevista realizada por el medio digital “El Líbero” a Enrique García, quien asegura que Lores Moras también dirigiría las operaciones de Venezuela en Chile.

De acuerdo a información aparecida en la prensa, el informe destaca que fuentes de inteligencia policial en Chile confirmaron “la participación de ciudadanos cubanos y venezolanos en las manifestaciones, tal como hubiera sucedido en Ecuador. De este modo, continúa el documento, “ciudadanos extranjeros participaron en los ataques al Metro de la capital chilena donde 118 estaciones resultaron incendiadas”. Al final, se alude a un cubano detenido en Plaza Baquedano, “perteneciente a la primera línea de violentos”, y un venezolano que “condujo un camión que arrojó escombros” en las inmediaciones.

China: Una forma volátil e inestable

A fines de septiembre de 2018, el analista de la Dirección de Inteligencia del Estado Mayor Conjunto, Andrés Angulo, recibió un correo electrónico con dos informes provenientes de otro funcionario de EMCO, Víctor Sepúlveda. El primero se centró en los factores que alteran las relaciones de países sudamericanos con China y, el otro, en las razones de la arremetida del país oriental en desmedro Estados Unidos.

Los factores del poderío chino, aseguran el primer informe, se invalidarán dos elementos relevantes: una política exterior dispuesta a dinamizar el comercio internacional y el aumento de su participación en la gobernanza mundial.

Uno de los factores que emergerían con fuerza es el histórico cuestionamiento a las violaciones a los derechos humanos en el gigante asiático. El informe explica que China no acepta que ninguna potencia extranjera se entrometa en sus asuntos internos y que los países que se vinculan con ella tienen una “postura suave ante el tema de los DD.HH.”.

De igual forma, el estudio preciso que “la República Popular China (RPC), a través de su estrategia comercial de puertas abiertas, no cuestiona tampoco a sus contrapartes en materia de comercio e inversiones, a menos que sus intereses se vean afectados con medidas proteccionistas”.

La relación fundamental, sin embargo, tiene que ver con un aspecto estratégico. “En general los países sudamericanos mantienen relaciones comerciales con la RPC, por la venta de materias primas y la compra de bienes manufacturados”, explica el informe. La relación entre Sudamérica y China, se basaría en la necesidad de los orientales de “importar alimentos, dado que el sólo el 7% de su territorio es cultivable, debiendo alimentar a cerca del 19% de la población mundial”.

La relación entre ambos países se traduciría en una ecuación “volátil e inestable”, debido a que cualquier crisis económica mundial, proceso de recesión internacional, reducción de la demanda en China, caída en el precio del petróleo y otros productos primarios, podría generar “un efecto dominó negativo en el crecimiento económico regional”.

Uno de los factores decisivos, según el análisis, son el eventual choque entre las reglas de los inversionistas y las legislaciones locales, debido a que los estándares latinoamericanos en derecho laboral y medioambiente fueron más altos que los establecidos en China. Situación que obligaría a los gobiernos que buscan esa inversión extranjera a “flexibilizar sus reglamentos o simplemente perder la oportunidad”.

“La falta de objetivos ciertos de Washington”

El segundo informe explica las razones que le han permitido a China instalarse en Sudamérica, opacando la influencia de Estados Unidos en la región. Esto debido a que el pragmatismo de los orientales ha sido más eficiente que “la falta de objetivos ciertos de Whashington”. “China ha aprovechado la coyuntura y de manera gradual lo ha desplazado de su posición de principal inversor en la región, principal mercado de exportaciones y en temas de cooperación en sectores estratégicos”, especifica.

En la última década, profundizó el documento, “se ha evidenciado la presencia de inversiones chinas principalmente en materias primas, dejando atrás a empresas estadounidenses que controlaban la mayoría de estas”. La relación comercial se ha robustecido debido al interés que se ha manifestado China en la región, como lo empujó en el último encuentro de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), donde se destacó que “america latina y El Caribe es la segunda zona que recibe mayor Inversión Extranjera Directa (IED) por parte del país asiático, con un 14% del total”.

En las áreas de inversión del gigante asiático en Sudamérica destacan: energía y recursos, infraestructura, cultura, industria manufacturera, innovación científica y tecnológica, y tecnología informática, así como sectores vinculados a la minería, logística, sector bancario, petróleo, agricultura, manufacturas , telecomunicaciones y bienes raíces.

Biden

El documento del año 2018 repara en la influencia de China en cada país de la región en ámbito como la minería, hidrocarburos, agricultura e infraestructura. Respecto a Chile, detalla la participación de los orientales en la industria vitivinícola, con participación de Jiangsu Yanghe en el 12,5% de la viña San Pedro de Tarapacá y con Changyu en el 85% de Bethwines.

Se destaca, además, la influencia del gigante China Southern Power en Transelec, luego de adquirir el 27% de la compañía en 2018. También la alianza de Sigo Koppers con China Railways Group Limited, para construir un tren rápido Santiago-Valparaíso. Y, sobre todo, la adquisición del 24% de SQM por más de US$4000 millones por parte de Tianqi.

En el sector bancario se menciona la operación en territorio nacional del Industrial and Commercial Bank (ICBC), el Construction Bank Corp. (CCB) y el Asian Infraestructure Investment Bank, dedicado al financiamiento de infraestructura.

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