Entre el 19 y el 23 de septiembre hubo atracones fiscales en Andalucía, España y la humanidad. Quizá no hayan reparado en la coincidencia; esa semana la abre el lunes Juan Manuel Moreno anunciando que elimina el impuesto de Patrimonio, lo aprueba el martes y el miércoles protagoniza una firma principesca en San Telmo. (Al presidente le encanta lucirse en escaleras o salones de los Montpensier). La onda expansiva marcó la agenda nacional. Los jefes del PP hablaron eufóricos de bajas masivas de impuestos, bandera enarbolada por Moreno. El jueves 22 el presidente de Murcia anunció rebajas. La semana siguiente continuaron otras regiones y contraatacó el Ministerio de Hacienda.

Antes, aquel viernes 23 cerró la semana el ministro de Finanzas británico: Kwarteng anunció un mini presupuesto que sacó una bajada masiva de. La inmediata tempestad en los mercados hundió la Bolsa y la libra. Tres semanas después la primera ministra Liz Truss cesó a su atrevido tesorero, a quien no ha sobrevivido ni una semana. En esta bulla, de momento ha escapado mejor Moreno que Truss, pero por si acaso el sector neoliberal del PP está revisando su argumentario. Han dicho que con los impuestos hay que ir poco a poco y que el problema de Truss no ha sido la rebaja fiscal, sino el aumento del gasto.



Se habla mucho de dogmas y poco de numeros. España está por debajo de la media europea de impuestos, con una presión fiscal muy inferior a Francia, Italia o Alemania. Y la carga se ha descompensado desde la crisis financiera. La Agencia Tributaria superó por primera vez los 200.000 millones de recaudación en 2007. Entonces el impuesto de Sociedades supuso el 22,3% del total. Tras la crisis, se ha tardado una década en recuperar ese nivel de ingresos, pero el impuesto de Sociedades no llega al 12%. En 2021 supuso el 11,9%. No hay debates conceptuales más allá del ricos y pobres. El profesor Aurioles sostiene que los impuestos que gravan el beneficio y las rentas deben depender de la administración central, por su potencia de distribución. IVA y especiales podrían ser competencia de las autonomías, porque el consumo se distribuye de forma más equitativa que las rentas. Y las corporaciones locales gravar los bienes raíces y la localización de actividades.

La política fiscal óptima no puede ser eliminada impuestos y servicios públicos. Las campañas de bajadas masivas han sufrido un daño reputacional importante con el fulminante fracaso de Liz Truss. El presidente Moreno ha tenido un éxito mediático con su puesta en escena de Madrid. Pero no debería repetir la experiencia de Aznar, de una primera legislatura en minoría prudente, moderada, y una segunda con la mayoría absoluta altanera y prepotente. Los excesos de márquetin, propaganda y culto a la personalidad acaban devorando a los personajes.

Share.
Leave A Reply