MURCIA. probablemente seas de los que dicen que estás deseando jubilarte porque te espera mucho que hacer en tu casa. ¡Ya sabes!, arreglar el jardín, esa vieja mecedora a la que cambiarle la tela, la bici de tu nieto, instalar el plafón de la bombilla de obra que ya lleva años así, colgar un cuadro, poner orden entre tus libros y cosas más personales, etc. Y, además, llevar y recoger los críos al cole o al parque, revisar la lista de amigos a quienes hace tiempo que no ves, música, escuchar con tu pareja al teatro, escribir… O tal vez te estés resistiendo a “encerrarte” en casa, prolongando tu presencia laboral “imprescindible” porque no sabes en qué ocupar tu tiempo libre.

Sea cual sea tu caso, todos nos planteamos post-jubilación, que nuestra debería ser eso: un júbilo para celebrar el más que merecido descanso productivo después de tantos años; pero hay quienes lo viven como una retirada, un desclasamiento, un asumir el rol de quienes ya no tienen nada que aportar a la sociedad, y sólo les queda entretenerse como pueden hasta el viaje definitivo. Y, precisamente, cuanto más se sabe de la vida y del trabajo realizado durante años; cuando sabes a qué puerta no merece la pena llamar, que los atajos son estupendos si cuentas con un plan B, y que no es para ti eso de pasar a una vía muerta porque aún tienes mucho que decir. Renunciar a todo eso es duro porque dejarás de pertenecer a un colectivo denominado “activo”, para formar parte de otro no tan brillante ni prestigiado; y además… ¿Dónde colocas la preciosa experiencia acumulada, el saber que los fracasos y éxitos te han proporcionado? ¿Te lo llevas contigo para apenas utilizarlo como valor de anécdota en tu vida de jubilado?

¡Qué incongruencia, ahora que tanto se habla de reutilizar, reciclar, reaprovechar, etc.!

Y, ¿por qué no aportar lo aprendido y transmitirlo a los jóvenes para que lo ensayen, con lo que eso supone de tiempo ganado? ¿Cuántos fracasos se ahorrarán con ese aprendizaje en cabeza ajena? Ahora que la formación se ha convertido en uno de los más prósperos y rentables negocios —no hay más que observar la oferta de Academias, Institutos, Escuelas de Negocios, Universidades, SEF, patronales, sindicatos, etc.—, sin duda necesaria para dar respuestas a nuestra cada vez más compleja sociedad.

Hablamos, concretando, de la posibilidad de trasmitir aprendizajes operativos, de gestión, procedimientos y, en definitiva, buenas prácticas profesionales, pues los de la vida sólo se adquieren por la propia experiencia, aunque lo observado en los demás son valiosos referencias comparativas, te sirvan o no.

Conozco empresas que a sus nóveles les garantizan “Formación vestibular” por propios seniors ya jubilados. Yo mismo he formalizado la creación de equipos de “Formadores internos” que dejan el saber escrito en la empresa, además de disfrutar de un rol inesperado pero reaparecer gratificante para ellos y sus “mentorizados”. También me consta que hay asociaciones que prestan servicios de asesoramiento por seniors a nuevos emprendedores, otros profesionales y empresarios, tanto en modo voluntario como compatibilizado con la percepción retributiva de su jubilación que la ley permite.

¿Ves…? No es tan malo jubilarse después de todo, si sabes cómo continuar creciendo como persona, y te empeñas en seguir siendo útil a otros.

En todo caso, hay quienes se anticipan unos meses a su día J y aprenden a planificar su vida post-jubilar como desean… Incluso mejor que antes. Algunos acuden a expertos en esto.

¡Hoy ya hay especialistas para casi todo!

Diego A. Yepes

Psicólogo Coach Acreditado

“40 años humanizando empresas”

Share.
Leave A Reply