La angustia de la Casa Blanca es tan grande que el presidente Biden acaba de casi [suplicar o “exigir”]en contra de su voluntad y su agenda de cambio climático, que las empresas estadounidenses de petróleo incrementan su producción diaria, después de haber impulsado desde su primer día de gobierno una guerra frontal contra la industria de los llamados combustibles fósiles en el país (gas , carbón, petróleo y todos los derivados).

Lo anterior evidencia que la Oficina Oval emprendió decenas de medidas económicas fallidas, sin un plan ideado ni el más mínimo estudio y reflexión sobre las graves consecuencias para la economía y en particular para los estadounidenses. Ahora se ven frente a un abismo, sin argumentos, sin soluciones y sin resultados positivos que muestran ante un electorado que -por lo que indican las encuestas- pasará factura si le finalmente entrega el control del Congreso a los republicanos.

Lo peor esta por llegar

Las múltiples contradicciones y marcha atrás de Biden con la extrema izquierda no son lo realmente alarmante en medio de la recesión del país y el costo de la guerra de Ucrania con el dinero de los contribuyentes, que supera los 70.000 millones de dólares y que Biden ha prometido seguir. Sin entrar en detalles del sangramiento financiero como consecuencia del caos en la frontera sur de EEUU.

Lo peor es la tozudez de no reconocer y menos aceptar el fiasco económico en menos de 24 meses, girar 180 grados y emprender nuevas fórmulas, similares a las de su predecesor Donald Trump con pruebas de eficacia, tras -incluso- la peor pandemia de la era moderno. Pero, hasta el momento, no existe señal alguna de que eso suceda.

El freno sólo vendría con un cambio de poderes en el Congreso federal. Los republicanos anunciaron ya que, de asumir el control en ambas cámaras, no darán ningún cheque en blanco para la incentivada guerra en Ucrania, que ha agudizado el despilfarro financiero del gobierno demócrata.

El atolladero económico que han creado las políticas del actual gobierno es tan severo que una salida real y definitiva a la presente situación posiblemente no prevenga ni a finales de 2023, según expertos. En ese mismo pantano se encuentra ahora la Reserva Federal (Fed o Banco Central), luego de no distanciarse de los aviones descabellados de la administración Biden.

Y ahora contra la pared, algunos analistas consideran que el alza del 3 de noviembre -cuando se reúnan nuevamente los miembros del Comité de la Fed- podría ser incluso del 1%. Se habla de un 4% ó 4,50% de tasa referencial antes de concluir el 2022.

La Reserva Federal ser aun mas agresiva

El Banco Central necesita acelerar el impacto de sus acciones, sin embargo, el enorme gasto del gobierno de Biden en ayudas internacionales, la persistencia en aviones fallidos y una economía con una infraestructura y bases tradicionalmente sólidas han entorpecido el efecto de las medidas ordenadas de [manera muy tardía] por el presidente de la Fed, Jerome Powell.

Desde el 8,3% en agosto, la inflación apenas descendió en septiembre a 8,2%, un dato que resta fuerza a las cinco alzas de tasas de interés en el 2022 para contener la histórica inflación, que en junio ascendió un 9,1%.

Las tres últimas subidas consecutivas han sido de 0.75%, algo que no sucedió desde la década de 1980.

El registro de septiembre ha puesto de rodillas a Biden, a los demócratas y al Banco Central. Representantes y senadores de ambos partidos tiene bajo fuego cruzado a Powell ya Janet Yellen, la secretaria del Tesoro.

Mientras, los miembros del Comité de la Reserva Federal consideran que hay que soportar las medidas a pesar del costo político para el ala izquierda y de un mayor sufrimiento para los estadounidenses, asfixiados desde hace casi dos años por los altos precios, desde el combustible, las viviendas, las rentas y los vehículos hasta los productos más básicos y necesarios de consumo como alimentos y medicamentos. En algunos casos con un valor casi triplicado.

La fuerte inflación “no ha respondido” aún a los aumentos de tasas de referencia decididas por el Banco Central, sostuvieron a los responsables de la Fed en su última reunión de política monetaria, según extractos de las actas del encuentro de septiembre.

La gobernadora de la Reserva Federal, Lisa Cook, se sumó a otros funcionarios de la Fed que hicieron declaraciones similares en los últimos días.

Cook dijo que ha revisado sus posiciones sobre la inflación en los últimos meses y ahora la considera más persistente. Y aunque los datos en tiempo real del sector privado muestren señales de que la inflación podría enfriarse en los próximos meses, la Fed solo debería frenar los aumentos de las tasas cuando la inflación comenzara a bajar de manera sostenida, recalcó.

“Con la inflación muy por encima de la meta a largo plazo del 2%, para restaurar la estabilidad de los precios serán necesarios nuevos aumentos de las tasas y una política restrictiva durante algún tiempo”, comentaron los directivos del Instituto Peterson de Economía Internacional.

Antes, Neel Kashkari, presidente de la Reserva Federal de Minneapolis, y Raphael Bostic, presidente de la Fed de Atlanta, pronunciaron discursos similares.

Crece el pesimismo y se hace notable el freno

Las perspectivas de los accionistas y dueños de negocios se han hecho más pesimistas en las últimas dos semanas, debido a la inminente debilidad de la demanda, informado la Fed en su Libro Beige.

El informe del Banco Central estadounidense señala que “los temores de una fuerte recesión” se extendieron a varias de las 12 zonas monitoreadas a finales de septiembre y principios de octubre por la entidad federal.

La economía debería enfriarse en los próximos meses, tras subidas de intereses y casi dos años de agobio financiero de las familias por la fuerte inflación, que sigue erosionando los ingresos de los hogares.

Las ventas minoristas están bajando y los consumidores concentran sus gastos en productos esenciales, constató el Libro Beige.

Los bienes raíces atraviesan su octavo mes consecutivo de caída de sus ventas, lo que confirma la recesión inmobiliaria. En septiembre, el desplome de las propiedades de uso respecto al mismo mes de 2021 fue del 23,8%. El ritmo de las compraventas es el más lento desde mediados de 2012.

La ralentización de este mercado se hizo evidente a partir de septiembre con un descenso más notable de los precios, en muchas propiedades en oferta por encima del 20%. Sin embargo, en sentido general aún el valor de las propiedades se mantiene muy alto, a pesar del enfriamiento del mercado. Pero como indican los expertos, el panorama podría ser muy diferente en los próximos meses, luego de la sexta y séptima subidas de los intereses referenciales que ahora se encuentran en 3% y 3,25%.

Un comprador con un buen historial crediticio pagará casi el 7% (6,94% es el promedio actual) para adquirir una vivienda, si el informe informe de crédito es bajo y califica para una compraventa, entonces el monto puede superar fácilmente el 7% . Con un prestamista independiente, el cobro en muchos casos está por encima del 10%.

Los vendedores de autos también vieron un descenso en sus ventas por inventarios limitados, mayores precios de los vehículos y el impacto de las tasas de interés.

Muchas regiones del país señalan un “debilitamiento” de la demanda de mano de obra. Algunas firmas están incluso frenando las contrataciones en el vórtice de la desaceleración económica.

La persistencia de la agenda de extrema izquierda del actual gobierno empeora cualquier solución a corto plazo. La percepción de los estadounidenses sobre la situación económica en el país -que revelan las encuestas- se acerca mucho más a realidad que lo que intentan dibujar la prensa liberal y los asesores de la Casa Blanca para tapar las tumbas crisis creadas por el actual gobierno demócrata .

La buena noticia es que la posibilidad de frenar en gran parte esta fallada plataforma económica se encuentra a solo días. Y es por ahora, la única vía medianamente de salvación para decenas de millones de estadounidenses, en especial los más vulnerables.

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