Al final, Ian causó poco daño en St. Petersburg, y en vez infligió mucha de su destrucción —estimada en $67,000 millones— en comunidades más hacia el sur, como Fort Myers y Naples. Pero la emergencia fue un recordatorio de que mudarse a la zona costera de Florida después de jubilarse significa aprender a vivir con la amenaza de los huracanes.

Incluso así, parece ser un riesgo que un gran número de jubilados y muchos personas que se escapan del frio todos los años están dispuestos a correr a cambiar de la oportunidad de disfrutar del clima cálido y soleado y de la proximidad del agua.

“La reacción instintiva es decir: ‘Oh, no, podría haber huracanes y nadie se va a mudar a Florida’”, señala Ken Johnson, economista de la vivienda y profesor en Florida Atlantic University. “Pues bien, las pruebas indican lo contrario. Los huracanes han sido parte del clima de Florida antes de que naciera cualquiera de nosotros, y así y todo, las personas se han estado mudando aquí en cantidades masivas”.

Un estudio reciente de la Oficina del Censo de Estados Unidos halló que entre el 2015 y el 2019 —un período en el que los huracanes Irma y Michael causaron amplia destrucción en todo el estado— Florida atrajo a 109,200 personas mayores de 65 años, y la población del estado tuvo un crecimiento neto de 53,150 personas en ese grupo de edad, más del doble de lo que ganó Arizona, el segundo estado más popular como destino para los mayores de 65 años.

Johnson dice que los huracanes no han afectado la demanda de vivienda y las empresas de construcción vuelven a construir rápidamente en las comunidades muy afectadas. “Ya hay historias anecdóticas provenientes del área de Fort Myers, donde están llegando personas que desean comprar lotes” en áreas devastadas, agrega.

Las tormentas impactan el mercado y el costo de la vivienda

Aunque Ian no disuada a los jubilados de mudarse a Florida, sus efectos podrían dificultar las mudanzas. El daño causado por la tormenta probablemente reduzca aún más el mercado inmobiliario, ya estrecho, y la necesidad de reconstruir en la costa del golfo reorientará hacia allí los recursos de construcción de otras áreas del estado, donde —dice Johnson— los constructores ya no pueden mantener el ritmo de la demanda.

“Vivir en Florida no es tan razonable como era antes”, dice. Algunos jubilados están optando, en cambio, por mudarse a sitios como Alabama, Misisipi y la costa del golfo de Texas, agrega, donde “el costo de vida es marcadamente más bajo, pero igualmente tienes ese agradable clima cálido y estás cerca del agua” .

El riesgo de huracanes aumenta los costos de quienes deciden establecerse en Florida de otras maneras. “Todo jubilado proveniente de los estados del noreste o de la zona del medio oeste pagará más por el seguro de la vivienda, y debe tomar eso en consideración al decidir la mudanza a Florida”, dijo por correo electrónico Loretta Worters, vicepresidenta de relaciones con los medios de comunicación del Instituto de Información de Seguros.

Los residentes de Florida pagan los precios mas altos por el seguro de la vivienda en todo el país: en promedio, $4,231 este año, casi tres veces el promedio nacional de $1,544, según Worters.

Peor aún, muchas personas suponen, incorrectamente, que el seguro de la vivienda cubre daños por inundación, y descubren de la peor manera que no están protegidas. “Es especialmente angustiante para los jubilados que tienen un ingreso fijo y no se preparan financieramente con la compra de un seguro contra inundaciones”, que puede adquirirse a través del Programa Nacional de Seguros contra Inundaciones y de algunas aseguradoras privadas, dice Worters.

La planificación para desastres es una “necesidad esencial”

Habiendo nacido en Florida, Sue Anne Bell comprende por qué las amenazas de huracanes no disuaden a los jubilados de acercarse en masa a su estado de nacimiento. Pero la profesora adjunta de la Facultad de Enfermería de University of Michigan dice que la creacion de un plan Debería ser parte de esas mudanzas.

“Planificar para estas dificultades en caso de una emergencia es realmente una necesidad esencial para los adultos mayores”, especialmente para aquellos con discapacidades relacionadas con la edad o con trastornos de salud crónicos que podrían complicar una evacuación rápida, dijo en un correo electrónico Bell, cuyo trabajo se enfoca en la preparación y la respuesta ante desastres.

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