Contrario a lo que piensan los ambientalistas más extremos, ya no escuchamos a ningún vocero del sector de las energías tradicionales sosteniendo que hay que seguir explorando y explotando indefinidamente el petróleo y sus derivados.

Por el contrario, empresas como Ecopetrol, para no mencionar las privadas, son las que más están invirtiendo en nuevas tecnologías para el más eficiente y económico aprovechamiento de las renovables, y para hacer más limpia la más limpia de las tradicionales, el gas.

Es por eso que difícilmente alguien con tres dedos de frente podrá negar que está atinada la visión del actual Gobierno, de preferir el crecimiento económico privilegiando las inversiones en el desarrollo del campo y de la agroindustria. Ese enfoque hay que apoyarlo, entre otras cosas porque la seguridad alimentaria más pronto que en el largo plazo será clave para la salud nacional, y para las necesidades de subsistencia de la población de los países que pagarán muy bien los excesos de producción de nuestra futura agroindustria.

Pero llegar a crear una poderosa y sostenible red de industrias agrícolas, soportada en la fuerza del campesinado, o el retorno de la mano de obra que se va a necesitar en el suelo rural, se necesitará no solo de la adquisición de las hectáreas que ha comprometido el sector ganadero a través de su gremio más representativo; ya se sabe que esto no sera suficiente.

Sin una copiosa inversión de recursos en desarrollos tecnológicos y capacitaciones, para surtir de capacidades la siembra, cosecha y expansión de la frontera agrícola realmente productiva y de largo aliento, incluida la sustitución de cultivos por aquellos que dotarán de alimento a nuestra población, reducir la importación de insumos y de especies que serían cultivadas en nuestros suelos, y forjar excedentes para importarlos a naciones extranjeras, de nada servirá la compra de bienes raíces, pues ya sabemos lo que pasa cuando no hay un seguimiento sistémico de esas compras, es decir, cuando no hay acompañamiento y dinero para la siembra a gran escala con miras a la eficiente productividad: sencillamente el campesinado o es desplazado por los violentos o les son adquiridos las parcelas por los acaudalados con vocación de terratenientes.

Para llegar al estado de consolidación de un campo productivo, que saque de la pobreza a nuestros campesinos y los llevemos a integrar la clase media nacional, nos tomaremos varios años. Entre tanto, ¿de dónde saldrán los recursos para el sostenimiento de los programas asistenciales del Gobierno?, ¿de dónde los dólares para financiar la transición energética hacia las renovables?

Pues el Gobierno no lo ha dicho, porque en el fondo sabe que serán principalmente los excedentes y utilidades de Ecopetrol. Ojalá que el prurito de mostrarse ambientalistas no sea el harakiri de las finanzas del Gobierno nacional.

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