La situación que preside ahora mismo los mercados financieros se podría resumir en tres palabras: volatilidad, incertidumbre y preocupación.

Este panorama al que se enfrenta el sector financiero seguramente no sea nuevo, pero sí presenta ciertas características que lo diferencian de situaciones anteriores vividas: una pandemia, que todavía no nos ha abandonado del todo, y que genera momentos de tensión financiera con problemas de oferta y cuello de botella; una guerra en Ucrania, que sin solución de continuidad ha avivado aún más los problemas del lado de la oferta; y finalmente, un acusado entorno inflacionista derivado de los citados del lado de la oferta, no de la demanda instituciones, matiz este importante y que puede cuestionar algunas actuaciones que se están llevando a cabo por parte de determinada.

Ante un momento como el actual, eminentemente volátil, adoptar una posición de prudencia y de cierto conservadurismo financiero podría parecer lo más aconsejable, no solamente por una visión de largo plazo, donde sin duda el hacer una planificación en el ahorro puede cobrar todo el sentido , sino también para el corto-medio plazo, como consecuencia del marco de incertidumbre en el que nos movemos.

Los movimientos del mercado, principalmente las subidas de tipos de interés que ya se han producido y que seguramente se seguirán impulsando en los próximos meses por los diferentes bancos centrales a menor o mayor ritmo, deben servir como acicate para el inversor conservador, máxime cuando este viene de atravesar su particular travesía del desierto con el acceso a productos que no premiaban el ahorro y que, incluso en ciertos casos, podría suponerle perder parte de lo invertido.

Como antesala de lo anterior, los inversores institucionales han comenzado a mover sus carteras en esa dirección, y así, no es raro ver a las entidades gestoras de fondos reducir buena parte de la liquidez que tienen acumulada, para posicionarse en valores de renta fija, aumentando igualmente las duraciones de sus carteras.

Por esta razón, creo que es oportuno afirmar que el inversor de perfil más conservador debe estar de enhorabuena, pues lo razonable es concluir, y de hecho así lo está comenzando a demostrar el mercado, que las subidas de tipos por parte de los organismos responsables se van a ver reflejadas en una mejor oferta de productos por parte de bancos y aseguradoras, lanzando al mercado productos garantizados con una oferta de tipos de interés más atractiva.

En el caso particular de las entidades aseguradoras, es cierto que la subida de tipos también tiene su sombra, como es el impacto en las carteras de renta fija, con caídas en su valoración que impactan en las ratios de solvencia, si bien esta situación no Debería de generar una extrema preocupación, toda vez que buena parte de las inversiones en este tipo de instrumentos son mantenidas hasta su vencimiento y forman parte de carteras inmunizadas.

Pero dejando al margen lo anterior, los puntos positivos de un escenario de subida de tipos se imponen a los negativos, pues, en este entorno, las entidades podrán reforzar su gama de productos conservadores y, adicionalmente, potenciar sus inversiones en deuda soberana, lo que les beneficia al requerir este tipo de inversiones menos exigencias de capital regulatorio. Y el mercado asegurador empieza a reflejar esta nueva realidad.

De un lado, a la vista de los datos sectoriales recientemente publicados, los seguros unit-link, (aquellos donde el cliente asume el riesgo de la inversión realizada en función de la evolución de los mercados), siguen los seguros siendo más crecen, pero se empieza a observar cierta ralentización en ese crecimiento, motivada seguramente tanto por la inestabilidad de los mercados como por las subidas de tipos, que permiten disponer de inversiones alternativas con rentabilidades que ya empiezan a resultar interesantes.

Y, por otro lado, durante las últimas semanas se empiezan a ver movimientos en las ofertas de las entidades, poniendo a disposición de los clientes productos donde la inversión está garantizada y con tipos de interés más atractivos que los que se ofrecieron hasta hace poco tiempo . En cualquier caso, a la hora de comparar los productos, es importante tener muy presente la letra pequeña de las propuestas lanzadas.

La conclusión que se extrae de lo anterior es que, ante mercados volátiles y con subida de curvas de tipos, la opción de acudir a productos garantizados que nos cubran frente a los vaivenes del mercado se posiciona como una propuesta a tener muy en cuenta por empresas y particulares.

Lo anterior se aplica aún más si cabe en el caso de un inversor que tenga en mente una planificación financiera a más largo plazo, con el objetivo por ejemplo de futuras situaciones de jubilación, pues a priori será también el momento donde productos de seguros pensados para este tipo de inversores permitir acceder a rentabilidades que encajen en las demandas de los clientes, siendo una alternativa real a otro tipo de productos, como los planes de pensiones.

En definitiva, como consecuencia de los indicadores económicos actuales y de los movimientos que se están produciendo por parte de algunos de los principales actores del mercado, y atendiendo a la mayoría de las previsiones, que apuntan a turbulencias financieras en los próximos meses, acudir al refugio de productos de ahorro garantizados es una solución más que razonable hacia la que dirigir nuestras carteras a la espera de que pase la tormenta que muchos analistas dan por segura.

Raúl Casado es director general de Avanza Previsión (Grupo Mutualidad Abogacía)

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